La publicación de hoy no es agradable, pero he sentido la necesidad de hacerla. Podría llamarse terapía de choque o bofetada de realidad... Habrá gente a quien no le guste o no quiera leerla, totalmente comprensible, pero igual que siempre comparto nuestra visión de las alergias creo que como en todo hay que saber lo bueno y lo malo. Las alergias no son una tontería.
Los padres de niños alérgicos vivimos en una montaña rusa de citas médicas desde que nuestros hijos son muy peques.
¿Cuántas veces hemos ido al médico? Incontables. Y no solo por las revisiones, pruebas o reacciones alérgicas, sino también por todas esas enfermedades comunes que cualquier niño puede tener.
Nuestros hijos son auténticos guerreros. Desde temprana edad, han aprendido a lidiar con agujas, análisis, restricciones alimentarias, y a menudo se enfrentan a miedos que otros niños ni siquiera conocen.
Nosotros, como padres, también llevamos nuestra propia carga. Estamos ahí en cada cita, en cada consulta, siempre con la esperanza de escuchar buenas noticias o, al menos, algún tipo de avance. Y sí, a veces nos sentimos agotados, preocupados, o incluso frustrados, pero lo hacemos todo por ellos.
A todas las familias que pasan por esto, no estáis solas. Somos una comunidad fuerte, unida por experiencias que otros no siempre entienden.
Y aunque a veces parezca que estamos constantemente en la consulta del médico, cada una de esas visitas es un paso más en el camino al bienestar de nuestros hijos.
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